¿Te sabes la historia de la industria sin chimenea?
Esta pregunta me acompaña desde que inicié mi formación en turismo, porque es una expresión que se repite con tanta frecuencia que a veces damos por sentado que todos entendemos su significado. Sin embargo, detrás de estas palabras hay una evolución histórica, económica y conceptual que vale la pena comprender, especialmente si usted se está formando en turismo o ya trabaja en este sector.

Cuando comencé este artículo estaba pensando en tantas cosas… en su origen, en cómo se popularizó y, sobre todo, en cómo explicarlo de una forma sencilla, reflexiva y útil. Y es que esta expresión no nació como una metáfora bonita, sino como una forma de describir el impacto económico del turismo sin necesidad de fábricas ni chimeneas humeantes. Países en desarrollo y territorios emergentes comenzaron a usarla durante la segunda mitad del siglo XX, cuando se dieron cuenta de que el turismo generaba empleo, inversión y crecimiento económico, a pesar de no producir bienes materiales.


Comprender el turismo como industria antes de hablar de sostenibilidad

Quiero partir de esta idea que para mí es esencial: “No puedo hablar de Turismo Sostenible sin antes contarte primero porque Turismo es la industria sin chimenea.”
Y lo digo porque, para pensar sosteniblemente, primero debemos entender la naturaleza industrial del turismo. No basta con verlo como una actividad recreativa o un fenómeno social; necesitamos comprender su estructura económica, su funcionamiento interno y su encadenamiento productivo.

Cuando usted comprende cómo opera la industria turística, se vuelve mucho más consciente de su impacto en el territorio, en la comunidad y en los recursos naturales. Solo así es posible pensar en sostenibilidad de verdad y no como un concepto decorativo.


Las razones que convierten al turismo en una industria

A través de los años he formado mis propias conclusiones, y cada una de ellas se reafirma en la práctica. “Razones para considerarlo una industria” no es solo una frase; es un ejercicio de reflexión para entender cómo funciona este sector.

Una industria, en términos económicos, es un conjunto organizado de procesos, inversiones, actores y recursos que producen un bien o servicio. Aunque el turismo pertenece al sector servicios, opera con la misma lógica industrial: planificación, operación, logística, demanda, recursos, oferta, encadenamiento y distribución de beneficios.

Lo interesante es que su “producto final” no es tangible; es una experiencia. Y aun así, requiere una estructura tan compleja que muchos no perciben su naturaleza industrial hasta analizarla más profundamente.


El turismo es multisectorial: un encadenamiento real y necesario

Una de las características más fuertes del turismo es su capacidad de articular múltiples sectores. Por eso afirmo con seguridad: “Encadenamiento empresarial y multisectorial para su producción.”
Cuando un turista visita un destino, activa una serie de procesos económicos que no se limitan a hoteles y restaurantes. Intervienen agricultores, transportistas, artesanos, guías, comerciantes, personal de limpieza, proveedores, empresas de energía, operadores culturales, comunidades, instituciones públicas y más.

Cada uno aporta una pieza del rompecabezas que hace posible una experiencia turística. Y este nivel de articulación es exactamente lo que define una industria: múltiples actores trabajando de forma coordinada, directa o indirecta, para producir un servicio consumido por una sola persona: el visitante.


La complejidad como rasgo industrial del turismo

A veces se cree que el turismo es simple porque “solo se trata de atender gente”, pero esa percepción cambia por completo cuando entramos a su estructura. En mi experiencia, el turismo es una de las actividades más exigentes en términos de organización y logística. Por eso la palabra “Complejidad” captura perfectamente lo que ocurre detrás de cada servicio turístico.

No existe cadena de producción sin planificación, y en turismo la planificación es constante. Desde la coordinación del transporte hasta el manejo de grupos, desde la conservación del patrimonio hasta la gestión del personal, todo requiere un nivel operativo que pocas veces se ve en otros sectores. Si usted ha trabajado en turismo, sabe que esta industria funciona sin pausas, sin temporadas muertas de verdad, y con una presión natural para mantener la calidad día tras día.


El efecto multiplicador que transforma economías locales

Aquí deseo resaltar un concepto que ha sido clave en mi entendimiento del turismo: “Efecto Multiplicador.”
Cada vez que un turista consume un servicio, su gasto se multiplica en varios niveles de la economía local. Un almuerzo activa al restaurante, pero también al proveedor, al agricultor, al transportista, al personal de cocina y al comercio local donde se compran insumos.

Este movimiento de dinero crea un impacto económico que se extiende más allá del propio visitante. Y ese es uno de los motivos por los que el turismo es una herramienta de desarrollo para territorios que no cuentan con industrias tradicionales.


La expresión “industria sin chimeneas” y su significado real

Con el tiempo, esta frase adquirió vida propia y pasó a formar parte del lenguaje turístico global. “La popular expresión: ‘Industria sin Chimeneas’” tiene un doble propósito: reconocer el impacto económico del turismo y diferenciarlo de las industrias manufactureras que dependen de maquinaria y producción física.

Pero quiero aclararle algo importante: esta expresión no significa que el turismo no genere impactos. Lo que indica es que su forma de producir riqueza es distinta. El turismo opera desde la experiencia humana, la cultura, el patrimonio y los servicios. No produce humo, pero sí produce movimiento económico.


Mis conclusiones después de años de estudio y experiencia

En esta etapa del artículo quiero hablarle directamente desde mi recorrido en el sector. “Te comparto mis conclusiones que he ido construyendo a través de los años, los estudios y la experiencia.”

El turismo funciona como industria porque: Requiere múltiples sectores para operar, genera impacto económico real, articula actores diversos, exige planificación y logística, crea empleo directo e indirecto, dinamiza territorios, y produce un servicio con valor económico y cultural.

Aquí es donde su frase cobra sentido final: “En conclusión, aunque el turismo es una actividad de servicios se le llama industria…”, porque su funcionamiento responde exactamente a la lógica industrial, aunque su producción sea intangible.

Y cuando comprendemos esto, también entendemos nuestra responsabilidad como profesionales del turismo: construir una industria que genere desarrollo sin sacrificar cultura, territorio ni sostenibilidad.portunidades y desarrollo.